2025-04-12




















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Cómo se organizó la Resistencia Nacional Anticomunista
(2011-01-30)
Última actualización: 2011-02-19 12:09 EET
En la primavera del año 1944, para Rumanía, se anunciaba un sesgo de muy mal agüero en la evolución de la guerra.
Los ejércitos soviéticos, que se encontraban en ofensiva, habían llegado a las fronteras orientales de Rumanía y su penetración en el territorio de nuestro país sólo era cuestión de tiempo.
El jefe del Estado de aquel entonces, el mariscal Antonescu, contempló la posibilidad de una derrota militar y pasó a organizar la futura resistencia nacional en la retaguardia del enemigo.
Así, en la localidad de Sadova, cerca de Cîmpulung Moldovenesc, al Norte de Rumanía, Antonescu creó una escuela, donde fueron entrenados militares y civiles lugareños, para combates de guerrilla, sabotaje y transmisión de informaciones.
La escuela de Sadova fue el centro de donde partió el núcleo de la futura resistencia armada anticomunista de Bucovina.
El teniente Vladimir Macoveiciuc, instructor de la escuela de Sadova iba a ser uno de los líderes de la resistencia nacional anticomunista.
En la escuela de francotiradores de Sadova, el adiestramiento consistía en el manejo de varios tipos de armamento, preparación teórica sobre la técnica militar del enemigo, manejo de los teléfonos militares y las estaciones de radio, métodos de camuflaje, técnicas de ataque y de retirada.

Se entonaban canciones patrióticas y se pronunciaban soflamas. Los que recibían adiestramiento se repartían en grupos de 8 hombres cada uno, pero, no llevaban uniformes militares.
Para tener más movilidad llevaban armas ligeras : pistolas, metralletas, bayonetas y bombas de mano.
El adiestramiento duraba unos cuantos días, después de lo cual, los hombres subían a las montañas, para convertirse en combatientes y poner en práctica lo que habían aprendido.

Nicolae Iurniuc fue alumno de dicha escuela y combatiente en las unidades paramilitares, que actuaron en la comarca de Bucovina.

En 1998, Nicolae Iurniuc contó, en el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, un episodio de los enfrentamientos con el ejército invasor.

”En un principio, jefe de nuestro grupo, en la montaña, fue el teniente Vladimir Macoveiciuc. Efectuamos muchos ataques contra el ejército soviético.
En un determinado momento, se rompió el frente, con lo que avanzamos hasta Hungría.
Pero, a recomendación de los alemanes, pronto regresamos a nuestro punto de partida, para actuar en la retaguardia del frente, a efectos de causar destrucciones cuanto mayores entre las filas del enemigo. Cuando pasaban camiones soviéticos, los hacíamos volar con minas y granadas. Les impedíamos el paso hacia el frente. Como digo, efectuamos muchísimos ataques.
En una oportunidad, nos desplazamos por la cresta de un monte, eramos un grupo de cuatro hombres, y, de repente, vimos delante de nosotros un lobo.
Alguien de nosotros dijo : ¡Mirad, el lobo!
Al vernos, el lobo se hizo atrás, pero, vovió a aparecer.
Me percaté en seguida de la situación y les dije a mis compañeros : ¡No es lobo, sino perro!
Y, al instante, se oyó un disparo. Nos echamos boca abajo, y constatamos que estábamos rodeados.
Pese a ello, tuvimos suerte con las bombas de mano, rompimos el cerco y consegimos escaparnos.
No nos alejamos mucho. Volvimos sobre nuestros pasos para intentar ponerle cerco nosotros al enemigo. Cuando llegamos , ya no quedaba ni uno, se habían huido, dejando atrás gorros y muchos cartuchos.
¡Nosotros fuimos cuatro y ellos cuarenta! ”

Nicolae Iurniuc recordó como cayó en combate el teniente Vatamaniuc, instructor de su grupo.

“El teniente tenía domicilio en Voitinel, pero, ya no podía vivir allí, dado que le buscaban los soviéticos. Fue a visitar a una hermana suya, que vivía en Vicovul de Sus. Nosotros íbamos con él. Nos quedamos en casa de su hermana un par de días. Pero, cuando decidimos irnos de allí, comprobamos que su hermana nos había traicionado. Había avisado a la gendarmería de nuestra presencia en el pueblo, en su propia casa. Estabamos rodeados; en la torre de la iglesia habían instalado dos ametralladoras. Tras rodear la casa en que nos encontrábamos, nos instaron a salir, manos arriba. Salimos cuatro hombres, manos en alto, pero, el teniente se quedó en la casa. Cuando ya estábamos en la calle, dispararon una ráfaga. Los cuatro nos echamos a la cuneta y, una vez más, nos escapamos. El teniente se quedó solo. Prendieron fuego a la casa, para obligarle a salir. No tardó mucho y salió corriendo, echó una bomba de humo, tras lo cual, ya no había visibilidad. Pero, desde la torre de la iglesia, comenzaron a disparar las dos ametralladoras, cosiendo literalmente aquella cortina de humo. Al teniente le alcanzaron dos balas, justo encima del corazón. Murió en el acto.”

Vasile Sauciuc fue otro alumno que recibió adiestramiento militar en la escuela de francotiradores de Sadova. El 23 de agosto de 1944, cuando Rumanía volvió las armas contra Alemania, ante Vasile Sauciuc y sus compañeros, se planteó un difícil dilema : seguir al lado de su instructor, un sargento alemán nacido en Rumanía, u obedecer las órdenes superiores y combatir al lado del invasor soviético.

“Debíamos salir hacia el frente, el 23 de agosto. Estabamos preparados, armados. Disponíamos de camiones, la noche transcurrió sin novedad. Pero, en la mañana del día 24 de agosto, sobre las nueve, llega un capitán junto con nuestro sargento y nos anuncian:
„Muchachos, los rumanos han vuelto las armas, han cambiado de bando. ¿Vosotros qué decidís?
Y nosotros respondimos todos, a una sola voz :
„¡Seguimos con ustedes!”
Y en seguida, empezamos a evacuar armamento y todo lo que había, allí, en la escuela. Vestíamos uniformes del ejército alemán.”

Las acciones contra el ejército soviético, iniciadas por la guerrilla de la comarca de Bucovina ya antes del cambio del 23 de agosto de 1944, fueron continuadas también después de terminar la guerra.
Los victoriosos ejércitos soviéticos impusieron, también en Rumanía, el régimen del partido comunista.
La red de resistencia nacional, aunque no haya tenido envergadura nacional, es decir no abarcó todo el territorio de Rumanía, y pese a que no haya sido organizada y coordinada de manera coherente, consiguió mantener, no obstante, por un lapso de tiempo, la esperanza de que Rumanía podía salvarse del espectro del comunismo.
Fue una de las pocas herencias dejadas por el mariscal Antonescu, que se aprovechó en defensa de la dignidad nacional.
 
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