2025-04-12




















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Rumanos y Judios durante la segunda guerra mundial
(2010-06-21)
Última actualización: 2010-06-29 21:03 EET
Evrei in Transnistria A lo largo de los años, los rumanos y los judíos han convivido pacíficamente. Como en los demás casos de confluencia interétnica los rumanos y los judíos han trabajado juntos, han vivido juntos han sufrido juntos y han compartido la alegría en los momentos de felicidad. Desgraciadamente, la ascensión del extremismo político ha separado a los rumanos y a los judíos. Para los últimos, la segunda Guerra Mundial representó el apogeo de su persecución, alcanzado en el siglo 20. El holocausto ha mostrado a la humanidad cuán fuerte puede golpear el odio, cultivado por la ideología. Cientos de miles de judíos fueron deportados por el ejército rumano y por la gendarmería rumana a los campos de concentración de Transnistria, donde muchos de ellos fallecieron.

A pesar de aquellos tiempos de guerra fría, también hubo momentos de humanidad, momentos en que la gente volvía a la normalidad.

El médico Abramovici Suhar, ex presidente de la comunidad judía de la ciudad rumana de Cîmpulung Moldovenesc, al norte de Rumanía, recordaba, en una entrevista concedida al Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, en 1998, cómo se deterioraron las relaciones pacíficas de principios de los años 1940.

“Los judíos llevaban una buena vida, había muy buenas relaciones, han llevado una vida próspera al lado de los rumanos, hasta que en Rumanía apareció la dominación de la extrema derecha. En la ciudad de Câmpulung Moldovenesc había un rabino, se llamaba Rubin. Este rabino era muy listo y a él acudía tambien gente de otra religión para pedirle consejo. Un día sagrado, con motivo del Yom Kipur, unos golfos legionarios o no, no me acuerdo exactamente, le invadieron la casa, le subieron todas sus pertenencias a un carro y le obligaron al rabino tirar el carro, bajo las miradas de todos los lugareños. Lo trataban peor que a un caballo. Gran parte de la población no estuvo de acuerdo con aquello. Entre los que no estuvieron de acuerdo con esto puedo recordar al cura ortodoxo Bicealcă, quien protestó y les dijo a los legionarios que habrían que pedirle a él también que tirara un carro, o que ayudara al rabino, pero no le permitieron esto.”

Momentos impresionantes de solidaridad hubo también en el momento en que se había instalado ya el odio. Abramovici Suhar nos cuenta a continuación uno de estos momentos.

“En Dorohoi fue condenado un comandante cuyo subordinado era un judío. Los dos habían participado en la guerra y en el momento en que los rusos dispararon hacia el comandante, su soldado se metio en frente de la bala para salvar a su comandante rumano. Parece que la misma bala los mató a los dos. Los dos fueron enterrados el mismo día, el comandante en el cementerio rumano, mientras que el soldado en el cementerio judío. Durante este entierro las personas fueron incitadas a violencias y murieron 100 judíos. Nos parece trágico que esto ocurrio en el entierro de un soldado rumano judío que se mató al tratar de salvar a su comandante rumano, pero así ocurrieron las cosas. Un pariente mío se salvo porque estaba en medio de los muertos y pensaron que estaba muerto también. Al salirse de allí los que le dispararon, fue llevado a la clínica, operado en la mano y así se salvó. Todo esto ocurrió cuando se retiraba el ejércitor umano de Basarabia.”

Los judíos deseaban un país y muchos fueron contratados en acciones sionistas. Abramovici Suhar ha presenciado el fin de la guerra en Dorohoi, ciudad en que se quedó a vivir con toda su familia.

“Recuerdo un acontecimiento especial. Nosotros trabajabamos en acciones sionistas y el día 9 de mayo nos enteramos de que había terminado la guerra. Entonces todos nos fuimos al centro de la ciudad. En la plaza del Ayuntamiento había unos músicos judios, refugiados de Cernauti. También había oficiales rumanos, rusos, ingleses y norteamericanos. Fue interpretado el himno soviético, que fue saludado. Interpretaron los himnos norteamericano, inglés, francés... De repente, los músicos empezaron a interpretar Hatikva, el himno judío, y todos los oficiales rusos, rumanos, ingleses y los demás saludaron esto. Lo cuento, porque me parece que fue la única vez que el himno judío recibio honores militares de parte de la fuerzas aliadas.”

El fin de la guerra no representó solamente el final de las esperanzas en un mundo mejor, sino también el principio del declive de las relaciones entre los rumanos y los judíos. La creación del estado Israel supuso la migración de muchos judíos rumanos y de esta forma la población judía de Rumanía se redujo mucho. En el presente, en Rumanía, viven solamente 9000 judíos. Pero han quedado muchos testimonios de una historia común digna.

(Steliu Lambru; trad. Valeriu Radulian)
 
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