2025-04-12




















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La revolución de los jóvenes
(2012-12-18)
Última actualización: 2013-01-07 20:13 EET
La revolución anticomunista de Rumanía fue el cambio de regimen más sangriento de toda la Europa Central y Oriental en 1989. Murieron entonces casi 1150 personas en todo el país, en su mayoría jóvenes menores de 35 años de edad. La sublevación fue sobrellamda, con justa razón, “la revolución de los jóvenes”, ya que ellos estuvieron en la primera fila cuando se enfrentaron a las fuerzas de represión en las calles o a los ataques cobardes de los terroristas escondidos.

Los jóvenes son los principales adversarios de cualquier tiranía, porque ellos representan el grupo de edad más dinámico, que se compromete con más entusiasmo en los proyectos. Cuando se instauró el regimen comunista, se enfrentó a grupos de resistencia integrados, en su mayoría, por jóvenes de todos los sectores profesionales. Durante la tiranía marxista, los jóvenes, por su deseo de conocer el mundo, trataron de eliminar las barreras impuestas por el regimen y por los adultos. En los días de la revolución de Timisoara y Bucarest en diciembre de 1989, los jóvenes gritaban “moriremos y estaremos libres”. Y murieron fusilados por las fuerzas de represión. Sin embargo, la libertad conquistada les costó su vida.

Se ha hablado con respeto de la revolución de los jóvenes de Rumanía de 1989. Nadie ha negado que la revolución les perteneciera a los jóvenes. La revolución de los jóvenes puede ser un pleonasmo – opina el sociólogo Zoltan Rostas, catedrático de la Facultad de Sociología de la Universidad de Bucarest, coautor del volumen titulado “Joven estudiante, busco revolucionario”. Rostas trata de explicar cómo funciona el mecanismo revolucionario desencadenado por el entusiasmo de los jóvenes:

“¿Quién se atreve? Los jóvenes. Sin embargo, detrás de este entusiasmo existen también otras fuerzas más maduras, pero éste es otro asunto. Lo cierto es que la gente que piensa en la revolución no la realizan. La revolución la hacen otros. La cuestión de la revolución es extraña, en el sentido de que si recordamos la escuela francesa de la historia social, ahí se hablaba muhcisimo del largo período en que las cosas cambian paulatinamente, de manera casi inobservable.”

Los estudiantes siempre han gozado de prestigio entre los jóvenes y eso fue considerado el núcleo de las acciones revolucionarias. No hay movimientos de masas en la historia del siglo 20 en las cuales no hubieran participado también los estudiantes. Zoltan Rostas considera que los estudiantes, igual que los jóvenes, participantes activos en la victoria de la revolución rumana de 1989, son hoy en día categorías sociales que dentro de poco deberemos reconsiderar:

“En este período, cuando la universidad y la educación superior han llegado a ser de masas, es muy difícil definir el estatuto del estudiante. Creo que a menudo se trata de obreros y funcionarios que van a la universidad. Antaño las cosas eran diferentes. El estatuto del estudiante era uno de excepción. Por eso se necesita otra índole de institución de enseñanza superior, capaz de formar élites. Ahora, ya no podemos hablar de semejante formación. Por otra parte, quiero decir que el problema de la juventud no cuenta con una larga tradición. Apareció en la historia después de la primera guerra mundial. Antaño, los jóvenes eran personas de edad más joven que no tenían estatuto especial en comparación con los adultos y los ancianos. También el problema del niño apareció bastante tarde. Tras la primera guerra mundial, la juventud entró de repente en la hisoria, siendo manipulada primero por Hitler y Mussolini, pero también por las fuerzas de izquierda, en Rusia. Hoy por hoy comprobamos un cambio radical frente a los años 1930, cuando los jóvenes estaban en plena ebullición, con o sin razón. Ahora ya no hay ebullición, y eso es algo interesante. Eran tiempos de crisis, ahora también hay crisis, probablemente que la diferencia se da entre los jóvenes de entonces y los de hoy en día. También puede depender del tipo de crisis.”

La relación entre la juventud y la revolución adquiere otro significado en el siglo 21. Ya que el siglo 20 proclamó la muerte de las ideologías y las revoluciones, herencias de los siglos anteriores, el cambio que la sociedad busca debe llevarse a cabo por la reforma – una reforma que, en la Rumanía de Ceausescu, en comparación con la perestroika y la glasnost promovidas por Mijail Gorbachov, no existió. De nuevo ante nuestros micrófonos, el catedrático Zoltan Rostas:

“Como sociólogo estoy mucho más interesado en las alternativas de la reforma. ¿Por qué? Porque no funcionan. Casi podemos afirmar que la revolución se hace con facilidad. Sin embargo, llevar a cabo las reformas es un gran desafío. Esta es la situación de las revoluciones. Quiero decir que intento promover justamente esta perspectiva no revolucionaria, para que podamos mirar la revolción de otra manera. Quiero conocer las experiencias de la gente sencilla, revolucionaria o no.”

La revolución de los jóvenes rumanos de diciembre de 1989 debe ser entendida hoy en día como el esfuerzo gigantesco de toda una generación de escapar de las obsesiones revolucionarias de las generaciones anteriores. Entender este esfuerzo significa entender que entre la euforia y el desengaño, dos experiencias extremas, se puede encontrar un camino común.

(Steliu Lambru; trad. Luminita Ganea)
 
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