2025-04-12




















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El periodista Pamfil Şeicaru
(2012-11-12)
Última actualización: 2012-11-26 18:50 EET
P.Seicaru Pamfil Şeicaru fue un gran nombre del periodismo rumano del período interbélico. Para algunos, fue el mayor. Tenía mucho talento pero mal carácter. Por eso, sus coetáneos inventaron el sintagma “el chantaje y el piso”, aludiendo al hecho de que el bloque de pisos en que funcionaba la redacción del período que dirigía había sido construido con el dinero que las personas chantajeadas pagaban para no aparecer en las páginas de su publicación. Pamfil Şeicaru nos brinda ahora una buena oportunidad para volver a hablar de la relación entre el profesionalismo, la ética y la moral.

Pamfil Şeicaru nació en 1894. Era abogado. Había luchado como oficial durante la primera guerra mundial y fue elegido tres veces diputado en el Parlamento de Rumanía: en 1928, en 1931 y también en 1933. Integraba el grupo de los que apoyaban las ideas políticas de la derecha radical, siendo uno de los discípulos del historiador Nicolae Iorga, teórico de la corriente llamada “sămănătorism”. Sin embargo, Şeicaru no se unió a la extrema derecha representada por la Guardia de Hierro, aunque hubiera compartido muchas de sus opiniones. Fue también miembro fundador de la revista “Gândirea”, representante del tradicionalismo y el ortodoxismo.

Los comentarios políticos hicieron de Şeicaru un periodista temido. Y, como la política está vinculada a la historia, algunos historiadores de la prensa lo consideran historiador. El decano de la Facultad de Historia de la Universidad de Bucarest, Adrian Cioroianu, se refiere a continuación a estos dos aspectos de la personalidad de Pamfil Şeicaru:

“Pocos aceptan su calidad de historiador. Todo buen periodista es parcialmente historiador, porque trata la historia del momento. Claro que un artículo publicado por un diario o un editorial, si se lee después de mucho tiempo, rara vez deja la impresión de ser un fragmento de la historia. Sin embargo, para los que estudian la historia, la prensa representa una fuente muy importante. Por esta razón los buenos periodistas son una excelente fuente de información para los historiadores.”

Hace casi 80 años, la prensa escrita y la radio desempeñaban el papel que la televisión e Internet desempeñan hoy en día. Eran las áreas en que uno podía hacer carrera y llegar a ser famoso. Además de ser periodista, Şeicaru fue también miembro de la Junta Gestora de la Radiodifusión, cuando la radio era la última novedad en el campo de los medios de comunicación de aquellos años. De nuevo ante nuestros mircrófonos, Adrian Cioroianu:

“No sé en qué medida, dentro de 10 o 20 años, habrá diarios en Rumanía o en el mundo; me refiero a los diarios impresos en papel. Para las generaciones venideras, rememorar una época en que un periódico importaba, el director de un período importaba, por ejemplo, Pamfil Şeicaru o Stelian Popescu, el director del diario “Universul”, o bien Tudor Teodorescu-Branişte, puede ser muy extraño. Al fin y al cabo, vivimos en una civilización para la cual lo que no se ve, no existe; escribir es el oficio de una minoría cada vez más frágil. La idea de que alguien podría hacer carrera simplemente escribiendo parece hoy en día muy extraña.”

Al nombre de Pamfil Şeicaru se vincula el periódico “Curentul”, uno de los diarios más vendidos entre los años 1928-1944. Sin embargo, el hecho de que fuera un diario que se vendía bien no significa que era también un promotor de las causas justas. Şeicaru apoyaba las soluciones sociales duras. Empezó a formar parte de la camarilla del rey Carlos II, un grupo nefasto que mostró cuánto se había degradado la democracia rumana en aquellos años. Adrian Cioroianu opina que, pese a estos desvíos de Şeicaru, hay que apreciarlo en el contexto de aquellos años, de la prensa y de la época en su conjunto.:

“Pamfil Şeicaru era un hombre que, igual que muchos otros de los años 1930, igual que el rey Carlos II, por ejemplo, merece un renombre mucho mejor que el que adquirió en los decenios ulteriores. No es sólo el hombre del chantaje y del piso, sino que fue realmente un director de periódicos y un creador como hubo pocos en la prensa rumana. Tenía talento, inspiración e intuición, tenía la autoridad para enviar a sus empleados allí donde ocurrían las cosas que contaban. Todo esto hace del diario “Curentul” o de los que tienen colecciones de dicho periódico, o de quienes lo pueden leer, beneficiarios de la historia de aquellos años que, de otros modos, nos escapa. Sin embargo, no creo que haya libro o profesor de historia que logre reflejar el espíritu de aquella época. Ahora bien, la prensa siempre logra hacerlo, la prensa habla de lo que es importante y de lo que no es importante. La vida de los hombres, de los que vivimos hoy en día, o de aquellos que vivieron antaño, siempre ha incluido no sólo los acontecimientos de la época, sino también cosas como el precio del pan, de un billete de tranvía, o del alquiler. Y eso es algo que no se puede encontrar en los tomos de historia, sino más bien en la prensa de calidad.”

Condenado a la pena capital en rebeldía por el regimen comunista, Pamfil Şeicaru se refugió en España, donde fue protegido por el régimen de Franco, y luego de trasladó a Múnich, en Alemania. Fue absuelto en 1966 e incluso fue “comprado” por el régimen de Ceausescu, después de que durante años enteros hubiera apoyado la causa de la Rumanía democrática, para fomentar la idea de una Rumanía independiente de la política soviética. La policía política, la “Securitate”, le facilitó una visita clandestina a Rumanía en 1977, 3 años antes de morir. En 2005, Pamfil Şeicaru fue reenterrado en el monasterio Santa Ana de la ciudad de Orşova, que él había fundado.

(Steliu Lambru; trad. Luminita Ganea, David Grau)
 
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