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La economía vigilada en la Rumanía estalinista |
(2010-03-08) |
Última actualización: 2010-08-30 12:51 EET |
El marxismo tenía la extraña convicción de que : el trabajo le había creado al hombre, le había impulsado en su devenir, le conducía hacia la sociedad perfecta, en que, el hombre, una vez alcanzada dicha sociedad perfecta, debía cesar cualquier actividad.
La felicidad, en el marxismo, equivalía a la ausencia del trabajo, la ausencia de cualquier constreñimiento para ganarse la vida.
El estalinismo llevó a las más altas cumbres de lo absurdo el dirigismo económico, al instituir un control absoluto sobre cualquier actividad económica.
La economía en sí fue militarizada, sellada como secreto, y fue convertida en asunto de vida y de jmuerte.
Millones de personas fueron enviadas al GULAG, es decir a las cárceles comunistas, por la imaginaria culpa de haber sido saboteadores de la economía del socialismo, o burgueses , poseedores de medios productivos a los que no querían donar a la propiedad pública.
En este sentido, en fabricas y empresas, lugares en que se encontraban los más grandes grupos de personas que trabajaban, hicieron su aparición hombres del aparato represivo cuya misión era controlar los procesos productivos, identificar a un enemigo imaginario, para culparle de eventuales accidentes, pero también, monitorizar las conversaciones entre los compañeros de trabajo.
Lo más importante para la economía estalinista era encontrar culpables, a cualquier precio, para cubrir las graves disfuncionalidades del sistema y que debían ser mostrados a la opinión pública como ejemplos negativos.
La acusacion de sabotaje era una de las más graves, siendo la pena para semejante culpa de por lo menos 15 años de cárcel.
El ingeniero, Tudor Constantin, fue jefe de la Planta Eléctrica, una empresa importante en el engranaje de la economía de tipo soviético.
Y he aquí que, un día, le plantaron un agente de la policía secreta, que seguía la actividad general de los obreros, sus rendimientos, pero también su comportamiento social.
El ingeniero Tudor Constantin fue entrevistado por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana en el año 2003.
“Si había una avería, se interesaba quien debía ser detenido y llevado al centro de interrogatorios de Rahova.
Realizaba encuestas, pero no directamente, sino mediante otros agentes.
Yo tenía un amigo, Popa Stoica, quien trabajaba en Gas y Electricidad. Llegó a ser una persona importante en la energética rumana.
En aquél entonces, era viceministro de energía.
Era pariente del agente de la policía secreta que nos vigilaba a nosotros.
Y si el agente emprendía algo que no me gustaba, yo le decía al viceministro : ¡ hombre, dile que nos deje en paz, qué no se meta !
No me convenía que, si se producía alguna avería, me detuviera a varios compañeros de trabajo para interrogarlos en Rahova, durante una semana o durante todo un mes.
Hubo casos en que permanecieron retenidos incluso dos años. Mis intereses no cincidían con los de ellos. Yo necesitaba a mis hombres para que funcionara la planta.”
Tudor Constantin recuerda un incidente del año 1952 , cuando varias personas fueron acusadas de haber cometido sabotaje.
“En un determinado momento, se produjo una avería muy seria, estalló un incendio en una turbina.
Yo ocupaba en aquel entonces el puesto de director general, y ya no trabajaba en dicha planta.
La mayoría de los obreros de la planta, como era un fin de semana, habían salido de la ciudad y estaban de excursión.
El jefe que había quedado en mi lugar estaba de excursión con los obreros.
Y aquella misma noche se produjo la avería. Se produjo un incendio que destrozó el techo de la nave de la planta..
Yo también estaba de vacaciones.
La empresa tenía una casa de descanso en Snagov.
Recibí una llamada telefónica, era el jefe de turno de la empresa quien me dijo que había ocurrido un desastre en la planta.
Con ello se acabaron mis vacaciones.
Llegue a la planta y vi como detenían a los trabajadores, porque, a veces, las cosas pasan de tal manera que uno no puede defender a nadie.”
En semejantes casos, a veces, el azar puede tener un papel en el establecimiento de la inocencia de los que tenían la mala suerte de verse acusados de sabotaje.
Tudor Constantin.
“Les acusaron de sabotaje.
Fue una farsa.
Eso era lo que buscaban.
Trajeron todo tipo de especialistas, nadie se atrevía a decir que había sido un fallo técnico y que no se trataba de ningún sabotaje.
Así permanecieron muchas personas en la cárcel durante dos años. No se les incoó proceso.
El jefe de turno, en aquella noche cuando se produjo el incendio en la turbina, se llamaba Lazarescu y había pertenecido al movimiento legionario de derechas.
¿Quién se atrevía a defender a Lazarescu ante la Policía Política comunista, la Securitate?
Pero, a veces, también la vida es la que resuleve las cosas.
A la Fiscalía Militar del Municipio de Bucarest llegó el presidente del Tribunal, el coronel Nicu Dumitrescu, quien había trabajado en la planta y nos conocía a todos muy bien.
Conocía a los que estaban allí detenidos, dado que él mismo había sido electricista en la planta eléctrica.
Me llamó por teléfono y me dijo : “Mira yo encontré aquí en la cárcel al grupo de la planta eléctrica. Debo decidir qué hago con ellos. Te pido una declaración en que afirmes que has trabajado en la planta eléctrica, que conoces muy bien las cosas, y que no se trata de ningún sabotaje, de modo las detenciones no tienen ningún sentido”.
Y así, Nicu Dumitrescu los sacó de la cárcel porqué les conocía a todos, me conocía a mí, y por casualidad, les encontró allí en el centro de detención de Rahova.
Semejantes casos, que superan en mucho los límites de lo absurso, desafortunadamente, fueron casos reales. No sirvieron para prevenir otros accidentes, o para hacer más eficaz la actividad, sino únicamente para satisfacer unas manías.
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