2025-04-12




















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26 de enero, cumpleaños de Ceauşescu
(2012-01-30)
Última actualización: 2012-02-06 18:43 EET
Nicolae si Elena Ceausescu Durante casi un cuarto de siglo, el día 26 de enero ha sido para los rumanos el símbolo del mal gusto, de lo grotesco y de la arrogancia de los líderes políticos. Era el cumpleaños de Nicolae Ceausescu, día que llegó a ser tan importante como, por ejemplo, el 1 de mayo, día del trabajador, el 8 de mayo, día de la creación del Partido Comunista Rumano, o el día nacional, que se festejaba el 23 de agosto. El 26 de enero de 1918 nacía en Scornicesti, en el sur de Rumanía, en una familia de campesinos de 10 hijos, Nicolae, un pequeño delincuente en su adolescencia, quien solía hacer recados a los líderes comunistas. Después de 1945, Ceausescu avanzó en su carrera política hasta llegar a ocupar el cargo político más alto en el Estado. Según el modelo soviético de homenajear al líder por el culto exagerado a su personalidad y la celebración de sus cualidades, en Rumanía funcionaba el culto a Ceausescu. Aunque en los últimos años del regimen comunista en las fiestas oficiales se mezclaban el homenaje a Ceausescu con el mensaje nacionalista y el culto al Partido Comunista, el 26 de enero era el momento culminante de esta exaltación. Hacia finales de los años 80, también el día 7 de enero, día de nacimiento de la esposa del dictador, Elena Ceausescu, comenzó a tener cada vez más importancia.

Pero más allá de lo que se veía en la tele, más allá de lo que se escuchaba en la radio o se escribía en la prensa, el cumpleaños de Nicolae Ceausescu se festejaba siguiendo el modelo establecido. Se le ofrecían regalos, se organizaba una cena de gala a la cual eran invitados diversos artistas, amigos de los miembros de las más altas esferas del poder político. Uno de los participantes en aquellas reuniones fue Stefan Barlea, ex secretario de gabinete de Ceausescu, a mediados de los años 80. En 2002, Barlea declaraba lo siguiente para el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana:

“Era una cena privada. Ceausescu comía bastante rápido, picoteaba de todo. No era parco en el comer. Después de comer, solía beber zumo de naranja mezclado con agua. O bien comía en casa o fuera de casa y luego solía ir a un club con piscina e invitaba a mucha gente a su casa. A mí me invitó varias veces. Yo no era de su grupo, sólo iba cuando me invitaba especialmente. No entraba nadie en la casa sin ser anunciado. Se anunciaba por el interfono: ha venido el camarada fulano.”

Ceausescu no tenía gustos artísticos refinados, incluso en materia de música. Inculto y rígido, se rodeaba a menudo de personas de la misma índole. Stefan Barlea:

“Tenía un casetófono para escuchar romances interpretados por cantantes como Mia Braia, Ioana Radu, Maria Tanase o Gica Petrescu. A veces escuchaba también música ligera, el café concert. Le gustaba ver películas junto con su esposa y sus hijos. Veía casi todas las películas rumanas, así como películas norteaméricanas, inglesas y algunas películas rusas. Elena Ceausescu se encargaba de hacer la selección junto con los especialistas de cine.”

Stefan Barlea se refiere a continuación a un episodio que ilustra perfectamente lo absurdo de la época y del estilo del dictador, que imponía sus preferencias a toda la sociedad:

”Tomando una copita, Petre Enache, secretario de propaganda, se ha olvidado de desconectar los equipos de transmisión del programa de televisión. El programa retransmitido se había terminado, porque la televisión pública solo transmitía dos horas al día. Era medianoche y los empleados de la televisión habían dejado que el programa continuara, porque sabían que era fiesta en casa de Ceuasescu. Entonces Enache les dijo: ”¡Cierren el programa televisivo! ¡de inmediato! ¡Ahora mismo!” Más tarde nos enteramos de que la televisión siguió transmitiendo música para fiestas hasta muy entrada la noche, después de que la fiesta propiamente dicha hubiera ya concluído. Ocurrían incluso cosas divertidas en aquella época.”

Después de 1989, el 26 de enero se convirtió en un símbolo de la tristeza para los rumanos, aunque todavía haya nostálgicos que se reúnen alrededor de la tumba de Ceausescu, en el cementerio de Ghencea, en Bucarest, para conmemorarle. Sin embargo, no está claro qué conmemoran: un período histórico difícil o sus propios fantasmas.

(Steliu Lambru; trad. Luminita Ganea)
 
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