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La sovietización de Rumanía - La manifestación del 8 de noviembre de 1945 |
(2009-05-05) |
Última actualización: 2009-05-11 18:42 EET |
La sovietización suponía copiar al píe de la letra el modelo de estado y sociedad existentes en la Unión Soviética, desde el año 1917. Este fue el más rápido proceso de transformación de la sociedad rumana de una sociedad normal, con sus cosas buenas y malas, a una esquizofrénica, maltratada repetidas veces por el Partido Comunista Rumano. En menos de tres años, entre el 6 de marzo de 1945, fecha de la instauración del gobierno procomunista encabezado por Petru Groza y el 30 de diciembre de 1947, fecha en que el rey Miguel I de Rumania se vio obligado a abandonar el trono, los comunistas lograron destruir todo lo que había de bueno, resultado de los esfuerzos de varias generaciones de rumanos, desde el siglo 19 cuando había empezado la modernización de la sociedad rumana. La sovietización no hubiese sido posible sin la presencia del ejército soviético en territorio de Rumanía y esto ocurrio en contra de la voluntad de los rumanos, en beneficio de varias personas poseidas ideológicamente, apoyadas por un régimen irracional.
Pero al igual que los demás países ocupados por los soviéticos y sometidas al mismo tratamiento, los rumanos lograron sobrevivir. El primer ejemplo es el del rey Miguel I, quien en agosto de 1945 declaró que entraba en huelga real, negándose a firmar las leyes propuestas y adoptadas por el gobierno comunista. Pero el rey no estaba solo en esto, los jovenes liberales y campesinos organizaron el 8 de noviembre de 1945, fecha en que celebramos a los santos Miguel y Gabriel, pues cuando el rey celebraba el día de su santo, una amplia manifestación para ofrecer sus apoyo al rey y para dejar claro que estaban en contra de las agresiones del gobierno comunista. La idea les pertenecio a los jovenes liberales, quienes deseaban poner de manifiesto que estaban de acuerdo con la decisión del rey y en contra de los abusos comunistas. Miguel I era el rey de aquella generación y sentían que tenían la obligación de apoyarlo, porque, además, muchos lo conocían personalmente.
El estudiante de la Facultad de Derecho Radu Câmpeanu, quien además ocupaba el cargo de presidente de la Organización “La Juventud Universitaria Nacional Liberal”, junto con varios amigos, tuvieron esta iniciativa y las acciones de protestas comenzaron en la sede del partido. Los gendarmes que debían poner fin a las manifestaciones se habían unido a los 1500 estudiantes. En un ambiente dominado por el entusiasmo, los jovenes llegaron a la Plaza del Partido. Cabe mencionar que durante el camino, decenas de miles de bucarestinos se habían unido a ellos.
“En la plaza empezamos formar grupos integrados por más o menos 20 personas, salimos de la sede del partido tomados de las manos. Habíamos tomado también unas banderitas de papel pegadas a unos palos de unos 40 centímetros de largo para defendernos de los agresores. E hicimos algo más, algo que siempre me reprocharon los que investigaron dichos acontecimientos: algunos de nosotros tenían los bolsillos llenos de sal y varias heramientas de zapatería. Por qué? Porque siempre que organizabamos acciones de protestas en Bucarest, los comunistas venían con unos camiones y nos atropellaban. Entonces se nos ocurrió meter sal en los ojos de los chóferes y pincharles las ruedas. Estos chicos tenían que estar en la priemra fila, para aniquilar a todos los que intentaban detenernos. Llegamos a la Plaza del Palacio. Las mujeres de la calle nos daban besos y estabamos llenos de manchas de lápiz labial.”
En la plaza, los casi 60.000 protestatarios giraban la rueda. En aquel momento vinieron las tropas de la división "Tudor Vladimirescu", creada en la ex Unión Soviética de prisioneros de guerra, quienes empezaron a disparar contra nosotros. Hubo siete muertos y varios heridos. Luego siguieron varias detenciones y al final acusaron a tres personas: Radu Câmpeanu, Ionel V. Săndulescu, ex presidente de la juventud liberal de Bucarest y a Laura Săndulescu.
Radu Câmpeanu recuerda los momentos en que llegó ante el Tribunal, en enero de 1946, donde se vio obligado a dar una declaración para cerrar el expediente.
“Las primeras dos hojas del expediente estaban en blanco, con una raya en el medio. Arriba de la raya había una pregunta, debajo de la misma, otra pregunta. “Dónde estabas el 8 de noviembre ?” y “Qué hiciste el 8 de noviembre ?” Cuando miré mejor, vi las declaraciones de la gente que había estado allí, muchos de ellos allegados míos, quienes, en su gran mayoría habían contado la verdad. Por miedo, porque les habían pegado, habían confesado también lo de la sal y las heramientas, pero habían exagerado mucho en sus declaraciones. Decían que nos proponíamos matar gentes. Yo declaré que efectivamente había estado en las manifestaciones, pero que, a causa del miedo, me había dado a la fuga. Me preguntaron quién más estaba conmigo y dije un solo nombre, el de una persona que estaba en el extranjero y además estaba enferma. Pensé que de todas formas no estaba en el país y no le iban a hacer nada. El capitán, después de la declaración, me tendio la mano y luego me fui. Yo pensaba que esto había sido todo.”
Las manifestaciones tuvieron consecuencias terribles. Los comunistas habían detenido a más de mil jovenes, a quienes iban a utilizarlos para apartar al rey del trono, el día 30 de diciembre de 1947. Los organizadores recibieron la pena de cárcel. Radu Câmpeanu, 9 años, de los cuales 4 de aislamiento total. El rey no había vacilado ante las dos alternativas: el trono o la vida de los jovenes, que le habían mostrado tanta lealtad.
(Steliu Lambru; traducción: Valeriu Radulian)
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