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La masacre de Odessa |
(2011-11-08) |
Última actualización: 2011-11-14 18:00 EET |
Es un tópico decir que la historia la escriben los vencedores y que es implacable con los vencios. Es una forma de interpretar el dicho del latín Vae victis, cuya traducción exacta sería „Ay de los derrotados”, y que de cierta forma se confirma muchas veces. Pero cuando se trata de genocidio el umbral entre vencedores y vencidos es muy flexible y, al final, es muy dificil afirmar quién ha triunfado y quiénes son los derrotados. Lo único cierto es el sufrimiento de la gente y las tragedias nos obligan mostrar compasión y analizar correctamente los hechos.
El 16 de octubre de 1941, el ejército rumano ocupó la ciudad de Odessa. Los soviéticos habían defendido lo mejor que habían podido dicha ciudad y como consecuencia 17.729 rumanos murieron durante el sitio, hubo 63.345 heridos y 11.471 desaparecidos en el campamento de los rumanos, mientras que los adversarios soviéticos perdieron a 16.578 soldados. Algunos días después, el 22 de octubre, los partidarios de los soviéticos estallaron una bomba en el campamento de las tropas rumanas y mataron a 16 oficiales, entre los cuales también al comandante militar de la ciudad, al general Ion Glogojanu, así como a 46 soldados, a varios civiles y a algunos militares alemanes. Como consecuencia de aquel incidente, el mariscal Antonescu ordenó represalias contra la sociedad civil, acusándola de haber colaborado con los que habían organizado el atentado y de modo especial contra los judíos. Durante dos días, al rededor de 34 mil judíos fueron matados por el ejército rumano, según datos del informe final de la Comisión Internacional encargada de investigar el Holocausto de Rumanía.
El sobrino del general Glogojeanu, el coronel Radu Glogojeanu, se fue a Odessa para recuperar los restos mortales de su tío. En 1994, en una entrevista concedida al Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, él declaraba lo siguiente:
”La imagen de Odessa era espantosa. Pude ver a varias personas ahorcadas en los pilares de la calle, pude ver varios grupos de civiles rodeados por el ejército alemán, quienes los escoltaban en las afueras de la ciudad. A primera vista me di cuenta que eran judíos. Pues entendí que los alemanes querían vengar la muerte de sus 12 oficiales, quienes habían perdido sus vidas en el campamento. Matar a los partidarios fue idea de los rusos. ¿Cómo actuaban? Dejaban pasar las tropas rumanas, que venían seguidas por los carros con alimentos y los rusos salían de allí y disparaban contra los soldados que no tenían armas.”
Sonia Palty, deportada a Transnistria en 1941, recuerda su primera mañana al áire libre, inmediatamente después del viaje en tren. La grabación data de 2001.
”Por la mañana, al despertar, todos estábamos cubiertos de rocío. Durante la noche hizo mucho frío. Temblando empezamos a dar algunos pasos cerca del establo donde nos encontrábamos. Por vez primera en mi vida y espero que sea también la última, pude ver un campo completo en movimiento, parecían olas que venían hacía nosotros. Cerca de nosotros pasaba un campesino y tratamos de preguntarle en ruso qué era lo que estaba pasando. El hombre nos contestó que era rumano, de la región de Moldavia, y que le podíamos hablar en rumano. Le preguntamos que por qué había aquellos letreros en que ponía „campo minado”. Ël nos contestó que esta era una historía más antigua. Nos dijo que era para los judíos de Odessa, que habían sido castigados de aquella forma por haber matado a los oficiales del campamento de Odessa. Habían cavado unos canales y luego los colocaban al borde de dichos canales y los fusilaban. Algunos murieron, otros resultaron heridos... Había quienes estaban con vida, pero los habían cubierto de agua. Colocaron incluso algunas bombas, para que si a alquien se le ocurriera buscar allí, perdiera también la vida. Una vaca había logrado pasar la valla y una bomba había explotado. Trozos de carne se esparcieron por todas partes.”
El coronel Emil Tomescu viajó en 1941 a Mostovoi, cerca de Odessa. Las imagenes que vio allí fueron verdaderamente macabras.
Track: ”Había un palacio de un francés. Dicho palacio tenía las puertas y las ventanas tapadas de placas de madera. Al preguntar qué estaba pasando allí, nos dijeron que dentro había judíos. Cada día sacaban a uno de ellos y nunca volvía. Luego nos enteramos que los fusilaban en la nuca y los tiraban a un pozo abandonado. Al sacar las placas lo que vimos fue espantoso. Esqueletos humanos hambrientos y sin lavar. Dimos la orden de que calentaran agua para que los lavasen. Les dimos de comer. Pero alguien debe haber informado a mis superiores acerca de los que había hecho y me mandaron al campo de batalla, me sacaron de allí.”
La historia se compone de gente buena y gente mala, de obras buenas y malas. En tiempos turbios, el que sabe conservar su equilibrio no tendrá cargos de conciencia.
(Steliu Lambru; trad. Valeriu Radulian)
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