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Sobre la entrada del ejército soviético en territorio rumano el verano de 1944 |
(2011-09-12) |
Última actualización: 2011-10-03 11:17 EET |
El avance de los ejércitos soviéticos en territorio de Rumanía, en el año 1944, empezó el día 20 de agosto, cuando los mismos entraron en la ciudad de Iasi, antigua capital de Moldavia. Después del 23 de agosto, el Ejército Rojo tuvo libre acceso en todo el territorio de Rumanía, incluso a los recursos de nuestro país, en su calidad de ejército victorioso. Los primeros contactos con los militares soviéticos quedaron en la memoria colectiva, influídos sobre todo, por lo que iba a ocurrir más tarde.
Algunos de los testimonios de los que recuerdan el mes de agosto de 1944 fueron grabados por el Centro de la Historia Oral de la Radiodifusión Rumana. El joven oficial de artillería, Virgil Coifan, participó en ambas campañas desarrolladas por el ejército rumano en el Este, así como en el Oeste del país. El 23 de agosto de 1944, su unidad se encontraba en la zona de Buzau, preparada para enfrentarse al ejército soviético. Pocos días después, iba a encontrarse con los militares soviéticos cerca de Bucarest:
“Creo que llegamos a Bucarest alrededor del 24 o 25 de agosto, a la zona de Colentina, situada en el nord-este de la ciudad, y allí hallamos una unidad de tanques rusos. Los rusos quisieron detenernos, para que fueran ellos los primeros en entrar en Bucarest. Mi unidad había recibido la orden de dirigirse hacia a zona de Militari, al oeste de Bucarest, donde debíamos esperar nuevas órdenes. Hubo un conflicto más bien verbal, pero verdadero, llegamos hasta el punto de amenazarnos recíprocamente: les decíamos a los rusos que tenemos un armisticio, pero nosostros ejecutábamos las órdenes de nuestros superiores. Así, entramos en Bucarest, los rusos y los rumanos juntos, y muchos vieron al ejército rumano al lado del ejército ruso. Pasamos así incluso por el centro de la Capital, por delante de la Universidad, rumbo a la zona de Militari. Una vez llegados allí, recibimos la orden de dirigirnos a la ciudad de Sibiu para ponernos bajo el mando del ejército de Sibiu.”
El sacerdote Augustin Partenie, de una aldea de la región de Transilvania del norte, ocupada por Hungría en 1940, nos habla a continuación del cambio de las tropas de ocupación, más exactamente del momento en que las tropas soviéticas reemplazaron a las tropas húngaras:
“Los rusos no vinieron por las carreteras principales, que eran minadas, sino que llegaron atravesando el campo y los bosques, pasando por las cimas de las montańas. Eran pobres, estaban mal vestidos y tenían habre. Yo estaba con mis ovejas y me pidieron una oveja o dos. Vinieron con ellos también tropas integradas por mongoles, que secuestraron a los hombres, con sus carros y bueyes. Necesitaban mano de obra y así, algunos nunca volvieron, murieron allá. Sus nombres han quedado en nuestros registros como héroes que fallecieron en la segunda guerra mundial. No habían luchado en el frente, pero murieron secuestrados por las tropas detrás del frente.”
El ingeniero Pamfil Iliescu era un joven que, junto con su familia, se había refugiado a Constanta, donde asistió a la entrada de los soviéticos en la ciudad:
“Me acuerdo de cómo ha reaccionado la gente, sobre todo los funcionarios de la Prefectura del departamento de Constanta – hubo una manifestación de alegría porque había terminado la guerra. Salieron al patio, con mucha alegría. Y entonces intervino mi padre, quien era también funcionario de la Prefectura de Constanta, y les dijo que no tenían razon alguna para alegrarse tanto, porque la salida de la guerra equivalía, automáticamente, a la llegada de los “bolcheviques”, como se les llamábamos entonces. Fueron recibidos con bastante reticencia, ya que no se sabía cómo iban a reaccionar. En lo que a nosotros nos tocaba, tuvimos algunas dificultades, porque querían ocupar gran parte de nuestra casa.
Los recuerdos del comerciante Aristide Ionescu, de una aldea de la región sureńa de Oltenia, son silimilares a los de numerosos rumanos que no aguantaron muy bien este cambio de las tropas de ocupación:
“Se nos decía por la radio que debíamos recibirlos con flores, porque eran nuestros aliados. Para nosotros los ciudadanos, éste era un cambio muy difícil de aceptar, puesto que hasta hace pocos días, los alemanes habían sido nuestros aliados, y ahora, de repente, nos encontrabamos aliados con los rusos, y el sentimiento antisoviético era bastante evidente. La gente desaprobaba esa acción.”
Hay también otros recuerdos acerca los militares soviéticos, como son por ejemplo, los recuerdos de Melanie Muller, cuya familia había sufrido persecuciones antisemitas durante el régimen del mariscal Antonescu. El mes de junio de 1944, la entrada de las tropas soviéticas en la ciudad de Iasi fue ocasión de gran alegría:
“Tal vez me culparan por eso, pero quiero decir la verdad y la realidad es que se portaron muy bien con nosotros los nińos – nos dieron chocolate y bizcochos que llevaban con ellos en el frente. Vinieron en los tanques y entraron por la calle en que vivíamos nosotros. No podría decir que nos hicieron sufrir.”
En los meses de agosto y septiembre de 1944, los ejércitos cambiaban el curso de la historia de Rumanía.
(Steliu Lambru; trad. Luminita Ganea)
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