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El vuelo de la Unión |
(2008-11-25) |
Última actualización: 2009-01-29 14:31 EET |
Rumanía entro a la guerra en 1916, alentada por el deseo de unir a todos los rumanos en un estado nacional único. A la euforia de principios del mes de agosto de 1916 le siguieron el desastre militar y el colapso sicológico de los años 1917- 1918. A finales del año 1918 se produjo la liberación. En el caso de Rumanía las palabras de William Shakespeare cobraban aun más sentido: todo está bien cuando termina bien. En tan sólo dos años, nuestro país había pasado varias veces de la euforia a la agonía y al revés. El mes de marzo de 1918, Basarabia se unificaba al Reino de Rumanía. Ocho meses más tarde, es decir en noviembre y diciembre del mismo año, Bucovina y Banato se les unían formando la así llamada Rumanía Grande.
El mes de noviembre, las autoridades rumanas estaban aun en Moldavia, donde se habían retirado a finales del año 1916 cuando las tropas alemanas y austrohúngaras habían ocupado Bucarest. El ejército rumano continuaba activo, aunque la paz de Bucarest, del mes de marzo de 1918, había humillado a Rumanía. El ejército rumano había contribuido a la eliminación del microbio de la revolución blochevique de finales del año 1917 y de principios del año 1918. El 24 de noviembre de 1918, el piloto Vasile Niculescu y el capitán Victor Precup despegaban a bordo de un avión del tipo Farman 40, más exactamente de la ciudad de Bacau, para llevar el mensaje de apoyo del gobierno rumano a los represantes rumanos-transilvanos que se encargaban de decidir la union de Transilvania con Rumania en la Gran Asamblea Nacional el 1 de diciembre de 1918. Al mismo tiempo, los dos oficiales rumanos tambien divulgaron el mensaje del arzobispo ortodoxo Nicolae Balan, representante de la Asamblea Religiosa de Transilvania, al arzobispo grecocatólico Vasile Suciu, presidente del Consejo Nacional Rumano de Blaj.
El centro de historia oral de la Radiodifusión Rumana ha logrado recuperar del Museo de Historia de Radauti una entrevista que data de los años ’70, entrevista concedida por Vasile Niculescu, sobre lo que más tarde fue llamado “el vuelo de la unión”.
“Fue una misión en la que participé sin vacilación alguna. Tenía que llenar un tanque adicional de gasolina, porque no sabía si ibamos a llegar con el que teníamos. Allá arriba hacía buen tiempo, no había nubes, pero en la tierra hacía mucho frío. El avión no estaba cubierto. Me puse unos guantes de seda que había metido en parafina para poder agarrar mejor el mando del avión. A los 2.500 metros de altitud, cuando pasamos por encima de los Cárpatos, creo que la temperatura era de unos 30 grados bajo cero. Sin embargo, parecía que el frío no me afectaba en absoluto. Había mucho silencio cuando pasamos por encima del río Siret. Había dos o tres nubes que se parecían a un helado. Subimos un poco más y luego seguimos rumbo al valle de Tarnave.Ante de salir, les había pedido a los mecánicos que desmontaran la amertralladora porque no la necesitaba. No le temía a nada y a nadie.”
Después de un vuelo que duró 2 horas y 15 minutos, los dos oficiales llegaron a Blaj, su destino, donde se hallaba el centro del grecocatolicismo rumano. Ante los micrófonos de Radio Rumanía Internacional, nuevamente Vasile Niculescu:
“Estábamos más o menos arriba de Tarnave cuando iniciamos el descenso. Y finalmente llegamos a Blaj. Le dije a mi compañero que soltara los manifiestos. En la tierra había mucho alboroto. La gente estaba muy alegre. Algunos intentaban agarrar los papeles en el aire, otros los recogían del suelo. Buscamos un sitio para aterrizar y lo encontramos en la Llanura de la Libertad. Pero el suelo tenía bastantes baches. Finalmente logramos aterrizar y cuando bajé del avión vi a un muchacho. La gente corría hacía el lugar en el que habíamos aterrizado. En muy poco tiempo, la Llanura de la Libertad se había llenado de gente. Había quienes pronunciaban discursos, otros cantaban... Pusimos el avión a salvo y nos dirigimos hacia el Palacio Arzobispal. Allí nos recibieron, nos ofrecieron comida y les contamos acerca de nuestro viaje. Les dijimos que el ejército rumano iba a llegar pronto. El ejército no había cruzado los Cárpatos pero iba a hacerlo. Nosotros habíamos llegado antes para llevar el mensaje de la Unión. Aquella noche vinieron representantes de Alba Iulia, Arad y Cluj que se pusieron de acuerdo en qué había que hacer. El día siguiente nos levantamos y regresamos a Bucarest. El doctor Ionel Pop me dio una carta impresionante en la que me decía que el sueño de Vlaicu de 1913, el de volar por encima de los Cárpatos, para unir simbólicamente a todos los rumanos, se había vuelto realidad.”
Una semana después, el 1 de diciembre de 1918, la unión de todos los rumanos se confirmaba durante la Gran Asamblea Nacional de Alba Iulia. Toda una generación se podía enorgullecer con lo que se había logrado.
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